Meditación Shinsokán

¡Un encuentro con Dios!

¡El ser humano es hijo de Dios! Por lo tanto, necesita encontrarse con Dios, ¡la centella divina que compone la parte esencial de su ser!

¡En Seicho-No-Ie tenemos a la Meditación Shinsokán como método afinación mental! Una meditación que nos conecta con Dios y el Mundo originariamente creado por Él, llamado Imagen Verdadera, ¡donde solo existen el Bien y la Perfección! El medio para acceder a esta esencia perfecta y despertar en nosotros las virtudes infinitas de Dios es la Meditación Shinsokán. Por lo tanto, es una de las prácticas fundamentales de Seicho-No-Ie. Practicada diariamente por sus adeptos, dirigentes y simpatizantes, nos permite tener una experiencia religiosa consciente de contacto con Dios.

La palabra “Shinsokán”, de origen japonés, tiene el significado de “ver, pensar y contemplar a Dios”.

Mientras más contemplamos a Dios y Su Mundo, más concientizamos nuestra filiación Divina.

Cualquier persona puede practicarla, ¡bata seguir el programa! No requiere entrenamiento o habilidad especial. Es tan solo un encuentro con Dios, donde nuestra eterna e intrínseca conexión con Dios, nuestro Padre, Creador del Universo, se contempla con los ojos espirituales.

¡Instrucciones!

La recomendación es realizarla dos veces al día, al despertar y antes de conciliar el sueño, durante 30 minutos cada vez.

Si no consigues practicarla durante todo ese período, ¡permanece en meditación el tiempo que te sea más adecuado!

¡Lo importante es realizarla!

Con el transcurso del tiempo y profundizando en la práctica, notarás que te convertiste en una persona más armoniosa, pacífica, tranquila y amorosoa, con la intuición más aguzada. Estos son los efectos positivos de la práctica de la Meditación Shinsokán que aparecen en tu vida.

¡Beneficios!

¡Además del desarrollo espiritual, la Meditación Shinsokán tiene muchos otros beneficios!

La Meditación Shinsokán influye positivamente en el estado de salud y la eliminación de los problemas psicológicos, ya que proporciona al practicante un estado de profunda paz, estimulando el afloramiento integral de tu fuerza vital. Ese estado de paz interior es muy importante para quienes buscan la cura del cuerpo físico o de la mente.

Ve lo que el Prof. Masaharu Taniguchi, fundador de Seicho-No-Ie, dice sobre la Meditación Shinsokán en sus libros:

 “El Shinsokán es una meditación contemplativa a través de la cual el hombre trasciende el mundo del fenómeno, es decir, trasciende la materia, la carne, la mente, y entra en un mundo de dimensión superior, el mundo de la Imagen Verdadera, el mundo absoluto y perfecto creado por Dios, donde el Yo verdadero (el hijo de Dios) se funde con Dios y donde se contempla con los ojos espirituales la perfección del Yo Verdadero, que es la Vida de Dios, la Vida eterna, perfecta, indestructible, inmortal, infinita, pura, inmaculada y exenta de pecado; que jamás pecó, jamás se equivocó, jamás sufrió, jamás enfermó y que jamás odió a alguien. Es la Vida perfecta e invulnerable de Dios, que jamás se quema en el fuego, que jamás se ahoga en el agua y que jamás será atacada por microbios. Es la Vida infinita que cubre todo el Universo, pues es UNO con el Dios infinito”.

Fragmento del libreto “Meditación para contemplar a Dios ‘Shinsokán’ y otras oraciones”, de autoría de Masaharu Taniguchi.

Para más información, consulte los libros “La Meditación Shinsokán es maravillosa” del Profesor Seicho Taniguchi y “Explicaciones detalladas sobre la Meditación Shinsokán” del Profesor Masaharu Taniguchi. También recomendamos buscar una de las sedes de Seicho-No-Ie y consultar a un Profesor (conferencista de Seicho-No-Ie).

Programa

Un consejo: no te preocupes tanto por las formalidades al principio; lee tranquilamente el programa y haz la meditación leyéndolo mientras sea necesario. Poco a poco verás que estás asimilando la secuencia de la meditación sin tener que consultar el programa.

Posición de oración: siéntate en el borde de la silla con los pies hacia atrás, con los talones juntos y la punta de los pies tocando el suelo. Junta las manos frente al rostro, dejando un pequeño espacio entre las palmas y los pulgares deben estar a la altura de la punta de la nariz. Los brazos deben estar relajados, formando un ángulo de 60 grados. Los ojos, aunque cerrados, deben dirigirse ligeramente hacia arriba.

Canto Evocativo de Dios: Comenzamos la Meditación Shinsokán, entonando el Canto Evocativo de Dios, con la convicción de que estamos llamando a Dios. Concentramos la mente únicamente en Dios, para lograr una sensación de unión total con Él.


“Oh Dios Padre, que das la vida
a todos los seres vivientes,
bendíceme con Tu Espíritu.
 
Yo vivo,
no con mi propia fuerza,
sino por la Vida de Dios Padre,
presente en todo el Universo.
 
Mis obras,
no soy yo quien las realiza,
sino la fuerza de Dios Padre,
presente en todo el Universo.
 
Oh Dios, que te manifestaste
a través de Seicho-No-Ie
para indicar el Camino
del cielo y de la tierra, protégeme”.
 

Meditación: Después del Canto Evocativo de Dios, mentalizar lo siguiente:

En este momento, dejo el mundo de los cinco sentidos y entro en el mundo de la Imagen Verdadera.
(Visualizamos y contemplamos un mundo infinitamente vasto y esplendoroso).
Aquí, donde estoy, es el mundo de la Imagen Verdadera:
Es océano de infinita Sabiduría de Dios (varias veces)
Es océano de infinito Amor de Dios (varias veces)
Es océano de infinita Vida de Dios (varias veces)
Es océano de infinita provisión de Dios (varias veces)
Es océano de infinita Alegría de Dios (varias veces)
Es océano de infinita Armonía de Dios (varias veces)
 
Mentalizando así, contemplemos los atributos de Dios que, en forma de luz, nos envuelven y se extienden por todas partes. Repetimos esta mentalización hasta conseguir visualizar todo el Universo repleto de luz de Dios.

Es el mundo de Armonía Absoluta. En este sublime mundo de la Imagen Verdadera, yo, como hijo de Dios, estoy recibiendo de Dios Su infinita fuerza vivificante (que engloba todos los atributos divinos antes mencionados).

Respiración: Al inspirar lentamente, visualizamos la resplandeciente luz de Dios fluyendo hacia nuestro interior a través de las manos juntas (que son como una antena), llenando todo nuestro cuerpo, desde lo alto de la cabeza hasta la punta de los pies. Mientras inspiramos, mentalizamos:

La infinita fuerza vivificante de Dios fluye hacia mi interior, fluye, fluye, fluye… (repetimos hasta completar la inspiración). En seguida comprimimos el aire hacia el bajo vientre, dilatándolo hacia adelante, a fin de crear una sensación de plenitud.

Conservando esta sensación, mentalizamos: Por la infinita fuerza vivificante de Dios soy henchido, soy vivificado, soy henchido, soy vivificado… (varias veces).

Con los ojos de la mente, contemplamos nuestro ser henchido e iluminado por la fuerza vivificante de Dios. Mientras tanto, el aire va saliendo lentamente por la nariz. Cuando el 70 por ciento del aire sea expelido, restando un 30 por ciento en el bajo vientre, inspiramos nuevamente, volviendo a mentalizar: La infinita fuerza vivificante de Dios fluye hacia mi interior, fluye, fluye, fluye…

Llenos los pulmones, nuevamente comprimimos el aire hacia el bajo vientre y aprovechando la sensación de estar plenos, mentalizamos: Por la infinita fuerza vivificante de Dios soy henchido, soy vivificado, soy henchido, soy vivificado… (repetir esta mentalización combinada con la respiración controlada, hasta alcanzar el estado de concentración total). Entonces mentalizamos firmemente: Ya no soy yo quien vive; es la Vida de Dios que está aquí y vive (varias veces).

Retornamos en seguida a las frases iniciales: ¡Aquí, donde estoy, es el mundo de la Imagen Verdadera! Es océano de infinita Sabiduría de Dios,… etc. (Repetimos este proceso durante unos 30 minutos).

Durante la meditación también podemos mentalizar palabras de afirmación de que el objetivo deseado ya está realizado.

Oración por la Paz Mundial (2 o 3 veces)

El infinito Amor de Dios fluye hacia mi interior y en mí resplandece la luz espiritual del amor. Esta luz se intensifica, cubre toda la faz de la Tierra y llena el corazón de todas las personas con el espíritu de Amor, Paz, Orden y Convergencia al Centro.

Canción de la Gran Armonía (2 veces)

La Vida armoniosa de Dios ilumina el Universo y en el mundo reina la Paz.

Fuente: libreto “Meditación Shinsokán y otras oraciones” – Masaharu Taniguchi.

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