Es difícil medir estadísticamente la realización de los abortos provocados, pues desde el punto de vista legal es considerado un crimen en muchos países, lo que hace que quien lo practica no relate el hecho, aunque solo se trate de una investigación de carácter social. El PNA (Investigación Nacional del Aborto) realizado en el Brasil estima que el índice de abortos provocados entre la población urbana sea de más de una en cada cinco mujeres al completar cuarenta años. Teniendo en cuenta que el número de abortos siempre es mayor que el número de mujeres que abortaron, pues una mujer puede provocar más de un aborto, y que esta investigación se refiere exclusivamente a la población urbana, desconsiderando entonces, a la población rural y a la población sin alfabetización, podemos tener una idea de que el número, al incluirse a la población en general, sea muy superior al presentado.
Se estima que en el mundo se practican de 46 a 55 millones de abortos provocados por año. Por día, serían 126,000 (datos http://aborto.aaldeia.net/estatisticas-aborto-mundo). Es necesario que elevemos la consciencia espiritual de la humanidad para que esos números se modifiquen. Defendemos la vida en todas sus manifestaciones, pues la Vida, sea de un ser humano, de un animal, de un vegetal o de un feto recién generado, es Vida de Dios.
Debemos, pues, defender la pequeña vida. El aborto es un crimen moral y social, y provoca culpa en quien lo practica, además de otras consecuencias de carácter físico y espiritual.
Madres, padres y futuros madres y padres, sepan que Dios Creador del Universo siempre concede todas las condiciones necesarias para que un niño sobreviva, cuando él es procreado en este mundo. Cada hijo de Dios tiene una misión específica a cumplir y la interrupción de esta misión por la práctica del aborto solo causa tristeza y sufrimiento a la familia. Vamos a levantar los valores morales que sustentan el alma y asegurar que todos tengan el derecho de nacer.
La ley de la causa y efecto se manifiesta a largo plazo, y muchas personas aún no han tomado consciencia al respecto. Por eso, debemos promover actividades doctrinarias correctas para que del modo más rápido posible, un mayor número de madres pasen a tener y criar a sus hijos con tranquilidad. Al mismo tiempo, es necesario ofrece alçandor oración a las almas de los niños abortados, transmitiéndoles la Verdad “Hombre hijo de Dios, inmortal e indestructible”. Si no lo hace, acontecimientos infelices les comenzaran a suceder a los padres que practicaron el aborto, como también a los demás familiares, forzando el “despertar del alma” de esas personas.”
Existe um modo esplendido de viver, Seicho Taniguchi, 1ª ed. 1999