El poder de la Imaginación

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Imaginación, en el contexto que vamos a presentar en este artículo, se refiere a la creación de ideas de forma constructiva, unida al talento de reproducir vivamente estas imágenes.

Como hijos de Dios, somos poseedores de la capacidad infinita de idealizar, de imaginar. Mientras más ejercitamos este poder, más manifestamos nuestra fuerza, y aparecen cada vez más transformaciones positivas en nuestra vida.

En el libro Imaginação Criadora*, editado por SEICHO-NO-IE DO BRASIL, el autor Roy Eugene Davis cita en la p. 29, las palabras de Ralph Waldo Emerson sobre la fuerza creadora de la imaginación:

 

El hombre se rodea de la verdadera imagen de sí mismo. Todo espíritu construye para sí una casa y, además de su mundo, un cielo. Entonces, sepa que el mundo existe para usted. Para usted, el fenómeno es perfecto. Lo que somos, solamente esto podemos ver. Todo lo que Adán tuvo, todo lo que César pudo hacer, usted lo tiene y lo puede hacer. Adán llamaba a su casa de cielo y tierra. César llamaba a su casa de Roma; usted tal vez llame a la suya de taller de zapatero, 10 hectáreas de tierra o el ático de un erudito. Sin embargo, de línea a línea, de punto a punto, su dominio es tan grande como el de ellos, aunque sin un nombre pomposo. Por lo tanto, construya, su propio mundo. Cuanto antes usted ajuste su vida a la pura idea de su mente, más de prisa la realidad exterior se ajustará al ideal.

 

De acuerdo con el texto “cuanto antes usted ajuste su vida a la pura idea de su mente, más de prisa la realidad exterior se ajustará al ideal”, ¿qué ideas suelen estar presentes en su mente? ¿Qué idealiza para su vida en este momento? Estas ideas, esta imaginación creadora, ahora construyen su destino.

Nuestro pensamiento es palabra. La palabra es Verbo. Dios creó el mundo por medio del Verbo, palabra, y por él se hacen todas las cosas. Nosotros somos hijos de Dios, poseemos las mismas virtudes de Dios, de esta forma, también creamos todo a nuestro alrededor con la fuerza del verbo, de la palabra.

El pensamiento se materializa por la ley de la mente, que dice: aparece lo que se reconoce. Al reconocer que somos hijos de Dios en la mente (pensamiento), aparecerá externamente el hijo de Dios. Al reconocer que somos saludables, capaces, vencedores, así lo seremos.

En su libro La Mente es Fuerza Creadora, p. 13, el profesor Seicho Taniguchi escribe:

Vamos a suponer que usted tenga derecho a una gran fortuna. Esta fortuna ya le pertenece. Sin embargo, si usted no toma conocimiento de este hecho y no la busca, ¿qué sucederá? Naturalmente usted no podrá utilizar esta fortuna. Porque usted no reconoció que ella es suya, y no porque no le pertenezca.

De igual manera, usted ya es hijo de Dios, perfecto y completo; sin embargo, si no reconoce este hecho, no surgirán la salud, ni la felicidad en su vida; usted podrá enfermarse o empobrecer a pesar de poseer una energía vital infinita, pues esta no se manifestará mientras no la reconozca.

 

Muchas veces nuestros pensamientos, nuestra imaginación sobre nosotros mismos es muy pesimista. Vemos los acontecimientos a nuestro alrededor, manifestaciones fenoménicas de enfermedades, inseguridad, pobreza, prejuicios de todo tipo y, reconociendo las influencias de nuestras percepciones mundanas, dejamos de manifestar nuestro ideal interno de persona exitosa.

Podemos cambiar nuestro destino por la fuerza de nuestro pensamiento, por la ley que dice que aparece lo que se reconoce, pero muchas veces no sabemos cómo proceder. El profesor Seicho Taniguchi continúa en la p. 14:

 

Aunque se intente abandonar los pensamientos pesimistas y negativos no se logra fácilmente, ¿verdad? Tal intento es lo mismo que combatir la oscuridad para dispersarla. Entonces, deje de combatir la oscuridad. En vez de practicar tal tontería, en lugar de luchar contra la oscuridad, encienda la luz. En otras palabras, piense: “yo puedo”.

 

Yo puedo… Complete esta frase con su fértil imaginación, ¡construya a partir de ahora una vida de significado!

“¡Yo hago, yo puedo, yo lo consigo, porque soy hijo de Dios!”.

Nuestro destino se forma por 50% de karmas, 25% por esfuerzo propio y 25% por la orientación de espíritus elevados. Karmas son pensamientos, palabras y actos, positivos o negativos que una vez sembrados serán cosechados mitigados o hasta trascendidos, de acuerdo con el despertar de nuestra conciencia. Según lo afirmado, percibimos cómo nuestros pensamientos influyen en nuestro destino, ya que no son solo los pensamientos de ahora, sino también los que fueron acumulados en vidas anteriores. Por el esfuerzo de cada uno de nosotros, vamos creando un nuevo destino, encendiendo la luz del “yo puedo”.

A fin de visualizar, más allá de lo que se presenta delante de nosotros ahora, y cambiar totalmente el camino de nuestra vida, aquí hay un fragmento de uno de los más bellos poemas escritos por el maestro fundador Masaharu Taniguchi. Léalo en voz audible, siempre que pueda. Hágalo su poema de cabecera:

 

IDEALICE UN GRAN SUEÑO

“Hermano,

no importa tu edad,

idealiza un gran sueño,

tan grandioso como el cielo.

Tu sueño trascenderá tu cuerpo,

ascenderá, crecerá, se expandirá;

llenará el Universo con resplandor

y se transformará en alas misteriosas

que te conducirán a un mundo mucho más alto.

En las alas del sueño,

los jóvenes avanzan

y los mayores se renuevan.

Hermano,

no detengas las alas de tu sueño,

imagina que eres infinitamente grandioso.

No temas subir demasiado alto,

no dudes,

no retrocedas,

no te disminuyas a ti mismo.

Abriendo las alas del sueño,

superas los límites del cuerpo.

Aunque tu cuerpo sea

tan pequeño

como el polvo de la tierra,

a través del sueño tienes el poder de unirte

a la inmensa energía creadora del Universo”.

(La Verdad de la Vida*, Vol. 20 p. 220)

El poema completo puede encontrarse en las páginas 220 a 223 del referido libro. ¡Un destino radiante le espera!

* N. de la T.: Libro aún no publicado en español. Título provisorio Imaginación creadora

* N. de la T.: Libro aún no publicado en español.

 

Lilian Súzi Baffi Norimatsu

Aspirante a Profesora de la Sede Internacional

 

Fuente: Revista Sea Feliz Nº 193 (abril – mayo/2020)