Desde el comienzo de la pandemia, he estado pensando mucho en muchos temas. En marzo y abril, cuando todavía no sabíamos claramente lo que estaba pasando y cómo debemos actuar, me afectó una especie de torpeza, trabajaba con dificultad, haciendo lo que tenía que hacer en casa y, además de mis actividades diarias jugaba con Dudu, mi perro, veía documentales y programas de televisión y solo pensaba en comer, comer y comer.
No hace falta decir que he estado engordando y he empezado a tener dificultades para respirar y moverme. Tal vez eso le pasó a mucha gente. Fue un momento difícil, cuando no sabíamos lo que podíamos o debíamos hacer. Y tal vez la falta de información, añadida al miedo de lo que no sabíamos, me paralizó de muchas maneras.
Estudiando Seicho-No-Ie, recordé la importancia de nuestras actitudes en la vida diaria y cómo influyen en nuestro futuro. Y empecé a adquirir algunas actitudes prácticas, cómo no ver las noticias cada noche contando el número de muertes en Brasil y en todo el mundo. La búsqueda para mantenerme informado fue constante. Sin embargo, decidí no aferrarme a los números y dificultades que enfrentábamos (y aún) enfrentamos. Busqué la información de protección correcta y la seguí, evitando salir de casa, siempre usando una máscara y manteniendo un recipiente de alcohol en gel cerca, en caso de tener que salir, o tener algún contacto con otras personas.
Muchas personas tuvieron que salir de casa para mantener su sustento y el de su familia. Y también había quienes tuvieron que actuar en la “línea frontal”contra un virus cuyas reacciones eran desconocidas. Elogio y agradezco el acto de estas personas desinteresadas que actuaron pensando en el cuidado y la estrecha protección de su prójimo.
Un día, durante mi rutina diaria de práctica de lectura de Las Sutras Sagradas, Me encontré con los siguientes trechos de la Sutra sagrada para la cura espiritual (Sutra sagrada lluvia continua de néctar de la verdad): “Siendo tu un ser indestructible, ni el frío, ni el calor, ni los virus pueden dañarte.” (…) “Por naturaleza, la vida es dinámica y no estática. Por lo tanto, el hombre no se cansa ni se enferma cuando está activo de acuerdo con la Naturaleza de la Vida”. (…)
Me di cuenta de que debía hacer dos cosas: dejar el miedo a un lado y actuar con responsabilidad, de acuerdo con las posibilidades que tenía. Todo estaba cambiando y poco a poco sentí que la vida estaba volviendo a ser “normal”.
Siempre debemos valorar lo que es normal. A menudo nos olvidamos de agradecer lo que tenemos de “normal” en nuestras vidas. Cuando todo sucede dentro del rango de la normalidad, logramos nuestros objetivos, pero debido a que es “normal”, corremos el riesgo de no agradecer cada situación que se nos presenta.
Algo me incomodaba, sin embargo. Siempre he trabajado en el área administrativa, y los ejercicios físicos siempre se han dejado de lado. Mi dieta tampoco ha sido mala., pero, creo que estaba lejos de ser la persona más saludable. Y así como la cantante Rita Lee dijo “un buen día decidí cambiar”, también tomé esa decisión y decidí cambiar.
Tengo casi 52 años, así que he acudí a un médico que, además de pedir análisis de rutina, dijo que debería comenzar inmediatamente a hacer ejercicios y tener hábitos alimenticios más saludables. Tan pronto como salieron los resultados, busqué algunos gimnasios y, al final, elegí practicar pilates, que consiste en ejercicios que me han ayudado a lograr más equilibrio, concentración, postura, aumento de la resistencia física y mental, además de mejorar mi coordinación motora y tonificar mi musculatura.
Me he mantenido firme en mi propósito haciendo pilates dos veces a la semana y haciendo cinta de correr durante 30 minutos, 5 veces a la semana. Todos los días hago ejercicios, aprovechando el tiempo que me quedo más en casa durante la pandemia.
Me di cuenta de que, asociado con la práctica diaria de la meditación Shinsokan, los ejercicios me hicieron una persona más dispuesta, más flexible y más consciente de mi cuerpo, que ahora está funcionando perfectamente, como un reloj. Estoy más sereno.
Pero no me detuve ahí… Empecé a buscar una dieta más saludable, consumiendo bastantes vegetales. Al principio no fue fácil, pero empecé a equilibrar mejor la cantidad de carbohidratos, proteínas y vitaminas que estaba ingiriendo. La alimentación no está aún 100%, pero hubo un avance: El primer paso.
Después de todo este proceso, lo que tengo que decir es que debemos buscar la mejora en todos los aspectos.
Nunca, la máxima “una mente sana en un cuerpo sano”, escrita por el poeta romano Juvenal en su Sátira X, tuvo tanto sentido para mí. Por lo tanto, transcribo un trecho de la obra, en traducción libre, expresando lo siguiente: “Uno debe orar para que la mente esté sana en un cuerpo sano. Pedir un alma valiente que carece del miedo a la muerte, que pone la longevidad en el último lugar entre las bendiciones de la naturaleza…”.
Sigamos, por lo tanto, en la búsqueda del equilibrio espiritual y también físico. Continuemos así, agradeciendo y buscando siempre una vida más sana y feliz. Muchas gracias.
Preletor Benedito Coura