¡Feliz Día! ¡Bendecido día!
Piensa en cómo te sientes la mayor parte del día. No sirve de nada orar durante 10, 20 o 30 minutos, y las otras 23 horas y media divididas entre mal sueño, pensamientos de insatisfacción, palabras negativas y diversas inquietudes mentales. La fuerza de las malas emociones acumuladas a lo largo de los días es que te empuja hacia abajo y hacia atrás. Para reformar el destino, decide alimentar las pequeñas alegrías, poco a poco, día a día, hasta que esto se vuelva más constante que las malas o indiferentes sensaciones frecuentes en relación a la vida. ¡Muchas gracias!