En la novela “Clara de los Ángeles”, Lima Barreto relata la historia de una mulata pobre, hija de un cartero de suburbio, que a pesar de las cautelas excesivas de la familia es engañada y seducida por Cassi, un hombre que finge amarla. La novela avanza hasta que Clara se embaraza. La actitud de Cassi fue la misma que encontramos en muchos hombres, es decir, simplemente fingen que la responsabilidad del embarazo no es de ellos y desparecen. Así lo hace Cassi. Desesperada, Clara piensa en abortar. “Él huyó, y ella se quedó con el hijo creciendo en su vientre, para su vergüenza y para la tortura de sus padres. Inmediatamente, su pensamiento se dirigió hacia el “remedio” que debía “deshacerlo”, antes de que le descubrieran la falta. Tenía miedo y tenía remordimientos. Tenía miedo de morir y tenía remordimientos de “asesinar” así, fríamente, un inocente”.
La novela de Lima Barreto retrata una situación más común de lo que imaginamos. Una pareja, una “novela”, o no, el embarazo, y la desaparición por parte del hombre que huye de la situación como si no fuera responsable de haber generado una vida que ahora habita el vientre de una mujer.
Afirmo con convicción que la mayoría de los hombres no asume la responsabilidad por el embarazo que generó, pues después de casi 30 años desempeñándome como profesor, nunca orienté a un hombre que viniera con un “peso en la conciencia”, diciendo que había hecho un aborto y que le gustaría saber cómo proceder. Puede parecer contradictorio lo que acabo de decir, al fin y al cabo es siempre atribuida a la mujer la responsabilidad de decir: “He cometido un aborto, estoy arrepentida”. Sin embargo, un hijo, un ser humano no nace por partenogénesis (tipo de reproducción asexual de animales en que el embrión se desarrolla de un óvulo sin ocurrencia de la fecundación). Por lo tanto, para cada mujer que practicó un aborto, existe un hombre.
Para dar un ejemplo concreto: Una vez una joven católica me buscó y preguntó qué es lo que Seicho-No-le pensaba acerca del aborto. Yo le expliqué, basándome en el libro “Pela Paz dos Anjinhos”[1] de autoría del profesor Kamino Kusumoto. Así explica el profesor Kusumoto acerca del sentimiento de culpa: “Es común a todas las personas que practican algún aborto intencional cultivar el sentimiento de culpa en la profundidad del subconsciente, aunque conscientemente no sientan ningún remordimiento. Es por eso que esas personas tienen problemas con los hijos, son enfermizos, tienen problemas en la relación conyugal, se arruinan financieramente con el vicio del juego o provocan la quiebra de las empresas que dirigen, etc.”.
Después de la explicación, pregunté si había practicado el aborto. Muy avergonzada, la joven dijo que sí. Ella afirmó que no lograba librarse de la culpa. La orienté a hacer un registro espiritual para el angelito, le pedí que fuera a la Sede Central de Seicho-No-le, en São Paulo y participara de una Ceremonia. Tuve la oportunidad de estar presente durante la celebración y vi cómo ella se emocionó.
Lloró tanto que fue consolada por una señora que estaba cerca de ella. Cuando pasó el dolor, ella declaró: “después de la ceremonia, sentí que ya no tengo un aborto, sino un hijo que ahora vive en el mundo espiritual”. Me sorprendieron las palabras de la joven, pero estoy convencido de que ella se ha arrepentido desde el fondo del corazón y que el angelito ahora está libre. Podemos decir que la joven alcanzó el estado en que el amor de Dios tocó su corazón.
Como está escrito en el libro Pela Paz dos Anjinhos: “Los padres y los hijos deben amarse mutuamente, y para que eso se haga realidad es que surgen esas situaciones. Sin amor verdadero, de nada vale orar por el alma de los niños abortados. Amando profundamente, desaparece el sentimiento de culpa y el deseo de autocastigo de los padres, y el niño sacia la sed de amor. No se debe al practicar la oración, comportarse como si estuviera haciendo un favor a los niños, ni exigir que corrijan el mal que cometen a los hermanos”.
Pero cuando le pregunté acerca del padre del bebé, oí algo triste: “profesor, él me acompañó en el momento del procedimiento, lloró después de que todo sucedió, pero después de eso cambió de actitud conmigo y nos separamos. Todavía tengo contacto con su familia pero no tocamos más el tema. No tengo como pedirle que asuma la responsabilidad de orar para nuestro angelito, él nunca me preguntó cómo me siento hoy, parece que sólo yo fui la responsable”.
Nosotros de Seicho-No-le aprendemos a asumir la responsabilidad de todas nuestras actitudes. El profesor Masaharu Taniguchi llega a afirmar que de nada sirve mantener un vago sentimiento religioso de que el hombre es hijo de Dios si huimos de nuestras responsabilidades. Así pues, quisiera pedir a todos aquellos (me estoy dirigiendo a los hombres) que optaron por impedir el nacimiento de un niño, que busquen un orientador de Seicho-No-le, para saber cómo proceder. Creemos que no hay error que no pueda ser redimido o que no tenga perdón, pero para eso hay que actuar, es decir, arrepentirse y asumir la paternidad del hijo.
Una vez, leí el testimonio de una joven acerca de su embarazo no planificado, que decía: “podemos no haber elegido ser madres, pero nuestros bebés nos escogieron”. Entonces, podemos decirles a los hombres lo mismo. Puede ser que usted no haya elegido ser padre, pero su bebé lo eligió para serlo.
Conozca la historia de Bernard Nathanson el médico que afirma haber participado en más de 75 mil abortos.
Graduado en 1949, se especializó en obstetricia y ginecología. Testificó de primera mano las complicaciones resultantes de abortos ilegales en las mujeres pobres que acudían al hospital de Manhattan y se convenció de la necesidad de luchar por la legalización del aborto en Estados Unidos.
Fundó la National Association for the Repeal of Abortion Laws, que aún hoy existe y es conocida como NARAL Pro-Choice America, y se dedicó no sólo a la campaña por la legalización, sino también a la práctica de abortos.
Una vez legalizada la práctica, después del famoso caso “Roe versus Wade” Nathanson se convirtió en director del Centro de Salud Sexual y Reproductiva en Nueva York. Durante su vigencia, el centro practicó cerca de 60 mil abortos. A estos añadía cinco mil hechos directamente por él y otros 10 mil por residentes bajo sus órdenes.
A fines de los años 1970, comenzó a tener dudas sobre sus prácticas. En una conferencia en Lisboa en 1998, explicó que él y sus colegas presentaban graves trastornos del sueño, problemas en el matrimonio y pesadillas.
El Grito Silencioso
Con el avance de la tecnología ecográfica, Nathanson acabaría por cambiar radicalmente de opinión. Dedicó su vida “a tratar de deshacer el daño que había hecho”, hablando en todo el mundo, incluyendo Portugal y presentándose siempre en público como “responsable de más de 75.000 abortos”, advirtiendo sobre “las técnicas de propaganda de los adeptos de la despenalización”.
En 1985, narró un corto documental, llamado “El Grito Silencioso”, que acompaña la gestación y muestra imágenes reales de un aborto practicado. En el vídeo, se ve el feto retroceder ante la aguja y abrir la boca en lo que parece ser un grito.
A pesar de sus orígenes judíos y ateos, se bautizó en la Iglesia Católica en 1996, varios años después de convertirse a la causa en pro de la vida. Según él mismo, su interés por el catolicismo nació precisamente de la identificación con las posiciones de la Iglesia en relación al aborto.
Bernard Nathanson murió el 21 de febrero de 2011 a los 84 años, en Manhattan, Estados Unidos.
Marcos Rogério Silvestri Vaz Pinto
Profesor de la Sede Internacional
Fuente: Revista Sea Feliz Nº 189 (agosto – septiembre/2019)
[1] N. de T.: Libro aún no editado en español, título provisional: Por la paz de los angelitos